Quien controla la información, controla el mundoY es que la información es poder, y en la era de la información este bien suele anteponerse a la ética y moral de muchos gobiernos y organizaciones.
Se siguen sucediendo las filtraciones relacionadas con el caso PRISM, que alza la figura de Orwell como de profeta (se confundió en unos años), al estar viviendo un verdadero Gran Hermano de vigilancia permanente y escuchas de comunicaciones aparentemente anónimas.
Ya no hay dónde ocultarse. Si tu tienes un teléfono (ojo que hablo de teléfono, ni siquiera de smartphone), si alguna vez has usado un ordenador, o tienes un perfil en internet, es posible que más de mil ojos te hayan estado investigando, seas o no culpable de algo.
El eslogan en este caso es el mismo de siempre: “La lucha contra el terrorismo“.
Una falacia tan absurda como abusiva (suele ir de la mano del “Sino tienes nada que esconder, no deberías preocuparte“), que pretende ocultar la verdadera intención de los interesados, el dominio de la información, el control de los hábitos del rebaño y la actuación cruda y terrible para aquellos que no estén de acuerdo con el régimen.
Los gobiernos del primer mundo demuestran una vez más que pueden ser tan dictatoriales como aquellos que están incluidos en la lista negra, con la salvedad que éstos últimos dicen las cosas claras, sin tapujos, y no mienten a sus ciudadanos con votaciones democráticas amañadas.
EEUU muestra su peor cara, acompañada de la chica bonita, Reino Unido, que en su día ya dio que hablar con una campaña anti privacidad que daba miedo, y que ahora aparece en el objetivo de la opinión pública la filtración del llamado Mastering the Internet (EN), un plan conjunto a gran escala cuyo objetivo es ni más ni menos que espiar las comunicaciones de más de 200 cables de fibra óptica, bajo el seudónimo de Tempora, y que en lo que lleva de vida ha recogido datos de más de 2 billones de usuarios de Internet.
Y hablamos de dos países que son ejes principales del cableado mundial de comunicación (¿Casualidad?)
A esto toca unir la petición del gobierno EEUU de extraditar a Edward Snowden (EN), el ex agente de la CIA que tuvo el suficiente valor para anteponer el bien común frente al suyo, y dar a luz todo el complot de su gobierno.
La historia no es nueva, y Wikileaks se está tomando estos días muy en serio el apoyo que puede brindar al informador (Whistleblower en inglés), llevándolo de un lado a otro del mundo.
Pero dejando de lado las peripecias del caso, quería resaltar varios frentes que me parecen vitales para contextualizar la situación de crisis mediática actual:
- Por un lado, un gobierno que ostenta el liderato económico y político mundial, pide al resto de países que detengan al hombre que permitió que se conociese que su gobierno lleva años espiando al resto de gobiernos (no deja de ser paradógico que quieran juzgar a Edward Snowden por crímenes contra la seguridad nacional cuando es el propio gobierno quien lo ha estado haciendo con el resto).
- Por otro, el del resto de países, que o muy confundido estoy yo, o están esquivando de la mejor forma posible la orden estadounidense, excusándose en la pura legalidad. Comprendo totalmente la decisión, puesto que hay que agradecer a personas como Edward Snowden la valentía de sacar los trapos sucios de un país, y gobiernos de medio mundo se estarán preguntando cómo deben atacar éste tipo de cuestiones para “evitar” que les salpique.
- Después de una época en la que se ha alabado la figura del espía, aquel que era capaz de jugar sus cartas de la mejor manera posible ofreciendo lo menos posible, estamos adentrándonos en otra nueva etapa, la de la transparencia, donde se valora que las operaciones sean visibles para el ciudadano, e incluso se llega a competir a ver quién es más transparente que quien. Esta tendencia es realmente interesante, y muy beneficiosa, ya que delega el poder en el pueblo manteniendo la representación gubernamental (que por otro lado, es la que no es capaz de actualizarse).
- Existe una verdadera necesidad de proteger la integridad del Whistleblower. De que sean los trabajadores quien exijan transparencia a la empresa, desde dentro. A fin de cuentas, todo organismo funciona por el bien común (ofrece un servicio a cambio de un beneficio, pero no deja de ser un bien para el prójimo), y esto debería cumplirse a rajatabla. El problema surge cuando las comunicaciones que podrían llevar a facilitar que el informador no vea peligrar su modo de vida son gestionadas por aquellos que no les interesa que se desvele.
- Es así como surgen redes como TOR, que ofrecen una seguridad extra, pero que lamentablemente dependen en buena medida de gobiernos como el estadoundiense (buena parte de los nodos de la red pertenecen al gobierno). Afortunadamente, ahí están las VPN para tunelar y generar conexiones seguras, y proyectos como AdLeaks, que se aprovecha del ruido de de internet para intercambiar información entre dos clientes mediante una extensión del navegador y un cifrado que acompaña a la visualización de publicidad que podemos encontrar en cualquier web.
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