1983, Jacques Cousteau navegaba por las costas de Lima, Perú. Cuando
llegaron a su oído los rumores de que un médico peruano realizaba
cirugías cerebrales para tratar a adictos de la cocaína, ancló su barco y
fue a buscar al doctor Teobaldo Llosa a su consultorio en la colonia
Miraflores.
Llosa, acostumbrado a la polémica, le
dejó quedarse y grabar un documental de seis horas, donde por primera
vez mostraba una de las 33 operaciones que realizó durante la década de
los 80.
–¿Cuántos años tienes?, le pregunta Jean Michael Cousteau a uno de los pacientes durante las entrevistas realizadas.
–18.
–¿Hace cuánto te operaron el cerebro?
–Hace un año y dos meses.
–¿Porque te operaron?
–Porque estaba totalmente intoxicado por fumar la pasta, había
abandonado mis estudios y me dedicaba a beber alcohol y drogarme, robar
de todo y agredir a mi madre.
–¿Qué haces ahora?
–Estoy en la Universdad de Lima, estudiando administración.
–¿Te sientes igual que antes de operarte?
–Mejor, porque ya no tengo angustia ni pensamientos obsesivos.
¿Tienes enamorada?
–Si y ella me ha dicho que me quiere mucho a pesar de que me han operado.
La cirugía, conocida como cingulotomía, se practicó en pacientes
graves, en los que había fallado otro tipo de tratamiento. Llosa,
psiquiatra y licenciado en medicina, participaba en la cirugía que
realizaba su compañero neurocirujano, Humberto Hinojosa.
El proceso era el siguiente: abrir una parte del cráneo en la zona
superior de la frente y seccionar dos centímetros cúbicos del cíngulo,
que controla la ansiedad en una zona externa del cerebro. La operación
duraba siete horas y en tres meses el paciente estaría curado.
El resultado 31 años después: “Un 60% mantuvo una abstinencia
comprobada durante los seguimientos de 6 y 12 años. Algunos que hemos
podido entrevistar luego de 30 años, incluyendo la única mujer operada,
han mantenido la abstinencia”, dice el médico, tranquilo, en el salón de
su casa, superadas las críticas, el asombro y el escepticismo. Un 20%
de los pacientes recayó aunque con menos frecuencia y el otro 20% siguió
igual o peor. “Pero no por secuelas de la operación”, apunta el también
llamado Dr. Coca.
Un adicto al café que trata a adictos a la cocaína. Llosa se
convirtió en el doctor más polémico de Perú. Durante años fue apodado
como el “Mengele peruano”, comparándolo con el médico nazi, Josep
Mengele, acusado de experimentar con decenas de víctimas del Holocausto.
Pero él, un hombre esquelético y activo, que acaba de regresar de
México y en unas horas tomará un vuelo a Brasil, ha superado los
rumores. En su libro Médicos contra pacientes. Crónicas de las
operaciones cerebrales en adictos a la cocaína: la mayor polémica
psiquiátrica del siglo XX, recientemente reeditado y presentado en la
FIL de Guadalajara, cuenta a modo de crónica lo difícil que fue llevar a
cabo las cingulotomías y cada paso sobre como la psicocirugía innovó en
el tratamiento a la adicción a la pasta de coca.
Después de las 33 operaciones, que dejó de practicar por el alto
costo que tenían, el médico sustituyó el bisturí por el uso de la
cocaína oral, es decir, infusiones y harina derivados de la hoja de
coca. Llosa sigue siendo uno de los más innovadores. Una especie de
súper hombre de 77 años, que además de médico, ha sido ciclista,
paracaidista, piloto, poeta y cantante en un grupo de zarzuela, que
intenta acabar a toda costa acabar con la drogadicción.
Su actual tratamiento es conocido como “sustitución de consumo o
terapia de cocalización”, que desarrolló después de que el Instituto
Nacional de Abuso de Drogas de los Estados Unidos le diera una beca para
que investigara las propiedades de la hoja de coca. “Cuando uno quiere
dejar de fumar se le da un parche de nicotina para que siga teniendo su
dosis. Esto es lo mismo”, comenta, desde su sillón rodeado de obras de
arte, cuyos personajes lo miran atentamente.
La batalla continua. Llosa sigue tratando a decenas de pacientes que
sufren esquizofrenia a causa de la cocaína. Su tratamiento es un granito
de arena en una problemática a la que no se le ve una solución
definitiva, aunque solo puede administrarse en Bolivia y Perú, donde se
encuentran los cultivos de hoja de coca.
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Visto en: www.yorokobu.es
Foto: Adrián Portugal
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