La estadística es esa perversa ciencia según la cual si tú tienes dos
coches y yo ninguno, uno de los tuyos me pertenece, decía George
Bernard Shaw. Aunque muchas veces eso sea cierto y no sirva para
designar realidades, los cálculos estadísticos sí enseñan carencias y
defectos de algunos sistemas. Y la elección del Papa no escapa a esa
lógica perversa si nos preguntamos, con las cifras en la mano, quién
manda en verdad en el Vaticano.
El Papa Benedicto XVI dejará en breve de ser Papa. Anunció hace unos días que dejaría su pontificado, seis siglos después de que otro pontífice tomara esa polémica decisión. La percepción general es que un Papa se es, no se renuncia una vez proclamado. No es un cargo, sino una condición. Una cruz con la que se carga hasta la muerte, si se recuerdan las lastimosas escenas del ancianísimo y enfermo Juan Pablo II, cuya agonía paseó por los altares.
Más allá de si la decisión de Joseph Ratzinger es buena o mala, si es digna o indigna, si humaniza o deslegitima el trono de San Pedro, la cuestión es que habrá que elegir nuevo Papa. Y el Vaticano tiene prisa, lógicamente, en cerrar cuanto antes este periodo de sede vacante (así se llama) y celebrar el cónclave en el que un reducido número de representantes eclesiásticos vote democráticamente al sucesor.
Según la ley vaticana (porque de estos ritos, como de tantos otros, la Biblia no dice nada) al Papa lo eligen los cardenales menores de 80 años. Cardenales en total hay 209, de los que 117 ahora mismo tienen 80 años. Y algunos, no solo el Vaticano, tienen también prisa por la celebración del cónclave porque la cifra se reducirá aún más en los próximos meses.
El 26 de febrero Lubomyr Husar, cardenal y arzobispo emérito de Ucrania y Rusia, rebasará el límite. El 5 de marzo será el cardenal alemán Walter Kasper, presidente emérito del Consejo Pontificio para la promoción de la unidad de los cristianos, quien se pase de edad. Unos días después, el 18, será el italiano Severino Poletto, cardenal y arzobispo emérito de Turín, quien cumpla los 80. Cierra la lista de cardenales que se pueden quedar a las puertas del cónclave el mexicano Juan Sandoval, arzobispo emérito de Guadalajara.
En el cónclave que elegirá al nuevo Papa, y salvando los cuatro casos citados que no podrán votar dependiendo de cuándo se celebre la elección, hay 52 países representados, de los que 38 tienen a un solo cardenal. Es decir, apenas 14 países tienen varios cardenales. Pero la desviación no termina ahí: Italia tiene 28 cardenales con derecho a voto, es decir, casi uno de cada cuatro votos. La idea de que el cónclave pueda elegir a un pontífice italiano para controlar la crisis ‘en casa’ cobra peso con esos números.
Los desequilibrios de representación en el Vaticano se hacen más llamativos si se cruzan los datos: ¿los países con más habitantes tienen los cardenales que les corresponden? Obviamente no: Italia, Guinea o Montenegro son países sobrerrepresentados, mientras que otros latinoamericanos y asiáticos, como Filipinas, Perú o Colombia, tienen una pujanza que no se corresponde con su posición en el Vaticano.
La India, con cuatro cardenales y mil doscientos millones de habitantes (según datos de la CIA) da una muestra de un cardenal por cada trescientos millones de habitantes. Algo similar pasa con China, con un solo cardenal y más de mil trescientos millones de habitantes. Brasil, con casi doscientos millones de habitantes, tiene también cuatro cardenales con derecho a voto, lo que da una media de 50 millones de habitantes por cardenal.
En el lado contrario, claro, Italia: tiene 61 millones de habitantes y 28 cardenales, lo que arroja una media de poco más de dos millones por cada cardenal. Pequeños países, como Eslovenia, con dos millones de habitantes y un cardenal, o Lituania, con tres millones y un cardenal, también tienen una cuota de poder mucho más alta que la que su censo muestra. La palma se la lleva el diminuto Montenegro, que con un cardenal y apenas 657.000 habitantes es el país estadísticamente más sobrerrepresentado en el Vaticano.
Eso en cuanto a la población, pero claro, el censo de la Iglesia es distinto al censo del mundo. Los mayores países por población del mundo, China y la India, no son precisamente los países donde más cristianos hay. Echando mano de datos del censo católico que se elabora de forma extraoficial con datos de las diócesis se pueden sacar también conclusiones numéricas llamativas. Los datos, en cualquier caso, parten del número de creyentes que la Iglesia dice tener, es decir, los bautizados. Los datos verdaderos, si se pudieran medir, serían mucho más bajos.
Por ejemplo, que Europa copa una altísima cota de poder a pesar de la decadencia de la fe en el viejo continente, mientras que en áreas de Asia y especialmente en Latinoamérica crece de forma exponencial sin que se corresponda el número de purpurados que les representarán.
Ese cruce de datos muestra, por ejemplo, que uno de los países con más fieles del mundo es el menos representado. Se trata de Filipinas, donde hay unos 70 millones de cristianos y solo tienen un cardenal. Lo mismo sucede con Francia y Colombia, con unos 40 millones de habitantes para un solo cardenal por país. Justo por detrás, con entre 20 y 30 millones de cristianos para un solo cardenal, aparecen países como Perú, Congo, Brasil o Venezuela.
En el otro lado hay países que tienen una proporción de menos de un millón de católicos censados por cardenal. Es el caso de Guinea, con un cardenal y únicamente 171.000 feligreses; Indonesia, con un purpurado y menos de 300.000 cristianos; Bosnia, con 464.000 creyentes y un cardenal;Bélgica, con un representante con solo 541.000 católicos (tiene 7,775,000 católicos, la cifra estaba mal) o Senegal, con un representante para 673.000 fieles.
Foto: Michael Wilson bajo licencia CC.
Visto en: www.yorokobu.es
El Papa Benedicto XVI dejará en breve de ser Papa. Anunció hace unos días que dejaría su pontificado, seis siglos después de que otro pontífice tomara esa polémica decisión. La percepción general es que un Papa se es, no se renuncia una vez proclamado. No es un cargo, sino una condición. Una cruz con la que se carga hasta la muerte, si se recuerdan las lastimosas escenas del ancianísimo y enfermo Juan Pablo II, cuya agonía paseó por los altares.
Más allá de si la decisión de Joseph Ratzinger es buena o mala, si es digna o indigna, si humaniza o deslegitima el trono de San Pedro, la cuestión es que habrá que elegir nuevo Papa. Y el Vaticano tiene prisa, lógicamente, en cerrar cuanto antes este periodo de sede vacante (así se llama) y celebrar el cónclave en el que un reducido número de representantes eclesiásticos vote democráticamente al sucesor.
Según la ley vaticana (porque de estos ritos, como de tantos otros, la Biblia no dice nada) al Papa lo eligen los cardenales menores de 80 años. Cardenales en total hay 209, de los que 117 ahora mismo tienen 80 años. Y algunos, no solo el Vaticano, tienen también prisa por la celebración del cónclave porque la cifra se reducirá aún más en los próximos meses.
El 26 de febrero Lubomyr Husar, cardenal y arzobispo emérito de Ucrania y Rusia, rebasará el límite. El 5 de marzo será el cardenal alemán Walter Kasper, presidente emérito del Consejo Pontificio para la promoción de la unidad de los cristianos, quien se pase de edad. Unos días después, el 18, será el italiano Severino Poletto, cardenal y arzobispo emérito de Turín, quien cumpla los 80. Cierra la lista de cardenales que se pueden quedar a las puertas del cónclave el mexicano Juan Sandoval, arzobispo emérito de Guadalajara.
En el cónclave que elegirá al nuevo Papa, y salvando los cuatro casos citados que no podrán votar dependiendo de cuándo se celebre la elección, hay 52 países representados, de los que 38 tienen a un solo cardenal. Es decir, apenas 14 países tienen varios cardenales. Pero la desviación no termina ahí: Italia tiene 28 cardenales con derecho a voto, es decir, casi uno de cada cuatro votos. La idea de que el cónclave pueda elegir a un pontífice italiano para controlar la crisis ‘en casa’ cobra peso con esos números.
Los desequilibrios de representación en el Vaticano se hacen más llamativos si se cruzan los datos: ¿los países con más habitantes tienen los cardenales que les corresponden? Obviamente no: Italia, Guinea o Montenegro son países sobrerrepresentados, mientras que otros latinoamericanos y asiáticos, como Filipinas, Perú o Colombia, tienen una pujanza que no se corresponde con su posición en el Vaticano.
La India, con cuatro cardenales y mil doscientos millones de habitantes (según datos de la CIA) da una muestra de un cardenal por cada trescientos millones de habitantes. Algo similar pasa con China, con un solo cardenal y más de mil trescientos millones de habitantes. Brasil, con casi doscientos millones de habitantes, tiene también cuatro cardenales con derecho a voto, lo que da una media de 50 millones de habitantes por cardenal.
En el lado contrario, claro, Italia: tiene 61 millones de habitantes y 28 cardenales, lo que arroja una media de poco más de dos millones por cada cardenal. Pequeños países, como Eslovenia, con dos millones de habitantes y un cardenal, o Lituania, con tres millones y un cardenal, también tienen una cuota de poder mucho más alta que la que su censo muestra. La palma se la lleva el diminuto Montenegro, que con un cardenal y apenas 657.000 habitantes es el país estadísticamente más sobrerrepresentado en el Vaticano.
Eso en cuanto a la población, pero claro, el censo de la Iglesia es distinto al censo del mundo. Los mayores países por población del mundo, China y la India, no son precisamente los países donde más cristianos hay. Echando mano de datos del censo católico que se elabora de forma extraoficial con datos de las diócesis se pueden sacar también conclusiones numéricas llamativas. Los datos, en cualquier caso, parten del número de creyentes que la Iglesia dice tener, es decir, los bautizados. Los datos verdaderos, si se pudieran medir, serían mucho más bajos.
Por ejemplo, que Europa copa una altísima cota de poder a pesar de la decadencia de la fe en el viejo continente, mientras que en áreas de Asia y especialmente en Latinoamérica crece de forma exponencial sin que se corresponda el número de purpurados que les representarán.
Ese cruce de datos muestra, por ejemplo, que uno de los países con más fieles del mundo es el menos representado. Se trata de Filipinas, donde hay unos 70 millones de cristianos y solo tienen un cardenal. Lo mismo sucede con Francia y Colombia, con unos 40 millones de habitantes para un solo cardenal por país. Justo por detrás, con entre 20 y 30 millones de cristianos para un solo cardenal, aparecen países como Perú, Congo, Brasil o Venezuela.
En el otro lado hay países que tienen una proporción de menos de un millón de católicos censados por cardenal. Es el caso de Guinea, con un cardenal y únicamente 171.000 feligreses; Indonesia, con un purpurado y menos de 300.000 cristianos; Bosnia, con 464.000 creyentes y un cardenal;
Foto: Michael Wilson bajo licencia CC.
Visto en: www.yorokobu.es
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